Si lo entiendo bien, la vida no es más que un viaje donde cada uno se busca la vida para vivirla lo mejor que puede. Poca cosa más. El decidir qué es lo que a cada uno le conviene, le gusta, le hace sonreir o le hace crecer es algo que para mí se escapa a una regla fija o a un estado de ánimo concreto. A veces es un libro, a veces es una conversación, a veces es mirar a alguien y verte en un espejo, dándote la perspectiva del camino que uno ha recorrido ya. A veces lo que te resulta conmovedor un día te acaba provocando desánimo, o lo que te permitió crecer en un momento acaba por paralizarte. Es difícil diferenciar lo que te hace sentir mejor porque engrandece el propio ego de lo que conviene para no quedarse estancado, para no quedarse dando círculos sobre una idea o comportamiento que fue útil en su momento pero que ha dejado de ser válido. Si se tratara de conseguir verdades inmutables vivir no tendría tanta gracia, supongo.
Por mi parte, pienso que no vale la pena luchar por todo, sin embargo entiendo que las metas más difíciles se consiguen con esfuerzo, y que muchas veces lo que vale la pena se reconoce una vez has llegado. Anticipar es humano, es lógico y es aconsejable, aunque la mayoría de las veces sea una pérdida de tiempo.
Yo dejé mi trabajo hace 3 meses porqué sentía la necesidad de un cambio de rumbo y empecé un máster, pero últimamente me encuentro que mi saldo disminuye al ritmo de mi paciencia y de mis expectativas. El no tener trabajo me da tiempo, que es lo que pretendía, pero al mismo tiempo atenta entre otras cosas contra mi potencial de consumo y contra la sensación de autonomía y de poder a la que estaba acostumbrada, y eso me molesta, me incomoda y me hace sentir en deuda con David, no puedo evitarlo, creando en mí una sensación de vulnerabilidad que me desestabiliza más de lo que esperaba. Así que cuando me levanto con mal pie me zambullo con un café con leche en Internet y mando un par de currículums sin demasiado empeño, consiguiendo así calmar temporalmente mi sentimiento de culpa sin renunciar a lo que quiero, que en definitiva es no currar. ¿Pérdida de tiempo? Tal vez, probablemente. Aunque estoy convencida de que la verdadera pérdida de tiempo sería buscarme un curro y ya, y volver a lo de siempre: resposabilidades, decisiones, estrés, poco estímulo intelectual, demasiada implicación emocional, ninguna energía al llegar a casa y desánimo para vivir en general. No quiero volver a un trabajo que me vacíe como los que he tenido hasta ahora, y cuando digo esto una parte de mí me está llamando ingenua, infantil, soñadora, me dice que ya soy mayorcita para seguir creyendo que un trabajo es algo más que una fuente de ingresos, y se ríe de mí. Y la verdad es que si tuviera un plan..., pero tampoco lo tengo. Así que no me queda más que seguir para acabar el máster, seguir juzgándome por ello y seguir... y a ver adónde nos lleva esto. Tal vez incluso a hacer las paces conmigo misma.
martes, septiembre 09, 2008
Momentos para no pensar
Publicado por Agia en 11:43 a. m. 5 comentarios
Etiquetas: curro, palabrería, yo
sábado, julio 14, 2007
El mundo de la pospo
Sueño con formatos mpeg que se arrastran y se convierten en mov o wmv u otra cosa irreconocible con resolución insuficiente, y en 4:3 o no, o qué, pero es online o TV? y luego el mensajero me llama que no encuentra el paquete puesto que no está allí, sino en la dirección correcta, y elwin no sé si es gay pero lo parece, y ya podría darme toda la información de golpe, aunque yo no hago más que mirar incrédula a herman y pensar porqué coño todos los creativos del mundo son igual de egocéntricos y se comportan como si la edad mental de 7 años pudiera ser eterna.
Aaaaaggghhh... desde luego está claro que no me contrataron por mi experiencia en el sector...
Publicado por Agia en 2:35 p. m. 4 comentarios