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sábado, febrero 11, 2006

Otras realidades

Me enorgullezco de poder decir que mi experiencia laboral es amplia y variada. Uno de mis mayores logros es haber trabajado en una cadena de montaje, montando elevalunas eléctricos exactamente. Había un puesto en la cadena en que tenías que repelar con un cuter (sin guantes) unas piececitas de plástico amarillas del tamaño de mi uña pequeña que salían con rebabas. Ahí te dejabas los dedos literalmente. Éramos unas 8 chicas, yo tuve la suerte de que, después de rotar por todos los puestos un mes, me dejaran en control de calidad. A la chica que le tocaron las rebabas tenía 38 años y ningún estudio. A los dos meses me fuí de ese trabajo. Recuerdo un día en que vino el jefe de planta a nuestra línea y, ante mis atónitos ojos, vi como en vez de dirigirse a una trabajadora directamente le hablaba a la encargada de la linea para que ésta le transmitiera el mensaje. Lo ridículo del tema era que estaban los tres juntos! Puede verse como una gilipollez, yo en ese entonces lo vi como una extrema rigidez jerárquica en la que el trabajador está a la altura de un champiñón porque el jefe decide ponerle allí. Y sin rechistar. Yo me fuí, y mis compañeras nunca entendieron porqué rechacé un contrato que ellas ansiaban tanto, porque aquello, después de todo, era un buen trabajo. De 6 a 2 y bien pagado. El resto no importa cuando necesitas pasta de verdad.

Más tarde estuve de recepcionista en un CAS (Centro de atención a drogodependencias). Allí quedó clara que mi vocación de psicóloga era inexistente. Veías allí a los chavales un día, y al día seguiente ya no. Unos dejaban de venir y te enterabas que se estaban pinchando otra vez. Otros simplemente se habían pasado de la raya y ya no iban a volver. Había un señor que venía por alcohol, siempre organizando a los demás, siempre quejándose también. tú estás en recepción, te llaman por tu nombre, te cuentan su vida, sus cosas... de alguna manera les coges cariño, aunque yo iba a estar allí sólo 4 meses. Al cabo de un tiempo me lo encontré en la cola del súper con un pack de cervezas en la mano. No me reconoció. Y yo me di la vuelta y me marché...no fuéramos a crear una situación violenta.
Trabajé también 5 años en publicidad. Allí descubrí el verdadero concepto de "fauna humana", seres que se asemejan a tí, que tienen ojos, y manos, y caminan igual que tú, pero que son de otra naturaleza, otros objetivos, otra manera de actuar y otro sistema lógico-moral que yo no acabo de comprender todavía. La máxima era "todo por el plano"... y el límite de ese todo... a veces no está tan claro. Todo por dinero, todo por el éxito, todo por que aparezca tu nombre en unos créditos, todo, porque si no subes, es que bajas con el pie de otro en tu cabeza. Así funciona y así se aceptan las reglas del juego.

Ahora vivo en Holanda y trabajo lavando platos en un restaurante. Me costó mucho, mucho, muchísimo tiempo entender que esa situación vital no era un fracaso personal. Muchos seguramente pensarán que sí lo es. Ahora mismo me da igual. No estoy contenta con mi trabajo, pero me permite ser más feliz de lo que era. Para intentar mejorar mi situación laboral me apunté a un curso de holandés subvencionado por el gobierno, y obligatorio para los no europeos que residen en este país... y eso sí ha sido para mí ver el mundo entre 4 paredes. Somos 32, gente de una amplia variedad de nacionalidades, pero las diferencias no son que tenemos un color de piel distinto y hablamos una lengua diferente. Las diferencias no son si llevas o no pañuelo en la cabeza o si has venido para casarte y tener niños o simplemente para tener una nueva experiencia. Las diferencias van más allá, y salen por la tele, pero a veces nos resulta demasiado incómodo verlas. Hay un chico en mi clase que lleva 2 años sin ver a su esposa y a sus dos hijos. Vienen este sábado. Tiene ganas, pero tiene miedo, su realidad va a cambiar y no sabe...no sabe nada. Es refugiado político.Vino para evitar que le mataran, pero cada vez que recibe noticias de sus amigos no puede evitar sentise culpable porque ellos están dando la vida y él huyó por salvarla. Está aquí, seguro, pero no está aquí. Vino porque quiso, pero no quiere quedarse, y a veces si pudiera, estoy segura de que volvería atrás y no cogería ese avión. Aunque le costara eso, la vida. Y eso sí es otra realidad.

4 comentarios:

Milongas dijo...

Duro lo que explicas. El fracaso a mi entender, lo defines tu. No los demás, ni el tipo de trabajo que hagas, ni la marca de coche que tengas. Hay gente con mucho éxito profesional, pero ni siquiera llegan a tiempo a casa para darles un beso a sus hijos de buenas noches.

Agia dijo...

Tienes razón Milongas, pero a veces es dificil saber si te estás equivocando. Inseguridades...ya sabes. cada uno con las suyas supongo.

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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