Somos incapaces de apreciar el valor de las cosas de forma absoluta. Necesitamos compararlas para saber si son buenas o malas, mejores o peores, y necesitamos que la comparación sea relativamente fácil: compararemos un camiseta con otra camiseta, no una camiseta con un cinturón si podemos evitarlo. Valoraremos la calidad, cómo nos sienta, los colores, el precio... y al final nos quedaremos aquella que por comparación nos parece mejor.
Reflexiones a raíz de Las Trampas del Deseo, de Dan Ariely, Ed. Ariel. Parece que promete.
Yo me comparo constantemente para saber quién soy. Necesitamos espejos, de forma que uno no puede sentirse atractivo si no hay nadie a quien atraer, o caritativo si no hay nadie a quien ayudar. Lo importante, lo crucial, no es evitar la comparación, sino no ser parcial con ella, no utilizarla parea esclavizarnos, para autoexigirnos o para justificarnos. Comparémonos, pero con el ancho mundo que nos rodea y con aquel que imaginamos más allá de nuestra experiencia real. Sólo la multiplicidad de puntos de vista nos acercará a la verdadera libertad.
jueves, junio 19, 2008
El hábito de comparar...nos
Publicado por Agia en 10:29 a. m. 2 comentarios
Etiquetas: libros, palabrería
miércoles, junio 18, 2008
Faltan 24
Publicado por Agia en 4:57 p. m. 4 comentarios
domingo, junio 15, 2008
Vuelta
A veces uno necesita alejarse del mundo y meterse en sí mismo. Otras todo lo contrario, alejarse del propio ombligo y fundirse con el mundo. Yo he estado un tiempo en tránsito por este último estado, obedeciendo al ritmo acelerado que marca la vida a temporadas y a una necesidad de dejar unos hábitos que me chupaban demasiada energía...a mí y a los de mi alrededor.
Estoy de vuelta para seguir con esto, algunas citas, algunas dudas, algunos pensamientos... sin pretender llegar más lejos que la simple expresión de mí misma.
Publicado por Agia en 1:02 p. m. 0 comentarios
Etiquetas: yo